17/05/2024

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Domingo 27 de agosto, festejos de San Emeterio y San Celedonio en Santander

En 1754, la colegiata pasó a ser Catedral, y se creó así la Diócesis de Santander.

Santander celebra la festividad de sus patronos, San Emeterio y San Celedonio, con un amplio programa de actividades que se desarrollarán entre el 25 y el 30 de agosto con un especial protagonismo para los artistas locales y para el público infantil.

DOMINGO 27 DE AGOSTO

  • Plaza Juan Carlos I, calle Burgos y Alameda de Oviedo

De 11.30 a 22.30 h. Mercado romano (de 14:30 a 17:30 h descanso)

  • Plaza del Ayuntamiento

18:00 a 21:00 h. Parque infantil

  • Plaza Porticada

20:00 h. Compañía de Zarzuela ‘Amigos del Arte’

22:00 h. ‘Green River’ | Tributo a Creedence Clearwater Revival

HISTORIA DE LOS SANTOS MÁRTIRES

En el año 1791, el Papa Pío VI declaró a San Emeterio y San Celedonio como patrones, de la Diócesis de Santander a petición del Obispo Menéndez de Luarca consagrando el 30 de agosto como su día. La devoción a los Santos Mártires a partir de esta fecha traspasa el ámbito de la Ciudad de Santander. Pero realmente, la historia de los Santos Mártires no comienza en estas fechas, sino que debemos remontarnos a los orígenes medievales de Santander, ya en las constituciones del abad D. Nuño Pérez en 1310 se refiere a la iglesia con el nombre de los Santos Mártires Emeter et Celedon pues desde tiempo inmemorial fueron patronos de la iglesia y de la villa. Con motivo de las invasiones musulmanas, los habitantes de la Península Ibérica se preocuparon de poner a salvo las reliquias de los Santos y llevarlos a sitios seguros; se piensa por tanto que por esas fechas llegaron las cabezas de San Emeterio y San Celedonio al monasterio situado en el Cerro de Somorrostro, por obra la inmigración de cristianos calagurritanos, desde la ciudad de Calahorra (la antigua civitas de Calagurris) a donde hoy en día se ubica la Catedral. La llegada de tales reliquias cuyo nombre y devoción hizo memorable al antiguo monasterio (esta palabra no responde a nuestro concepto actual pues en su origen no se puede adherir a ninguna orden monacal) promovió un aumento poblacional alrededor de él. De estos tiempos oscuros del medievo sabemos que en los siglos VIII y IX, durante el reinado de Alfonso II de Asturias, el monasterio pasó a ser abadía, siendo promocionada posteriormente, durante el reinado de Alfonso VII de León, a colegiata y ya en los siglos XIII o XV se comenzaría a construir la iglesia superior.

En el siglo XVI, más concretamente en 1533, se redescubrirían las reliquias situadas en la antigua cripta de la hoy conocida como la Iglesia del Santo Cristo. Este suceso no nos debe extrañar pues en ocasiones se escondían las reliquias importantes para prevenir su robo o saqueo, provocando que posteriormente no se conociera o recordara su localización exacta dentro de la Iglesia o edificio en donde se situaban. Este descubrimiento, en términos antiguos eclesiásticos se llama “Invención” hoy en día hablamos de profanación piadosa. A partir de ese año, se celebraría el tercer día de Pascua de Resurrección la conmemoración de tal redescubrimiento de las Santas Cabezas.

Litúrgicamente, su festividad se celebraría originalmente el 3 de marzo, día que se hacía coincidir con la fecha correspondiente al martirio de San Emeterio y San Celedonio (de ahí que en Calahorra se continúe celebrando en esta fecha); sería a partir de 1669 cuando se cambiaría la fecha a la que hoy en día seguimos empleando en Santander, el 30 de agosto.

En 1676 hay un acta en la que se da constancia de esta tradición litúrgica santanderina y que dice lo siguiente: “la justicia y el Ayuntamiento expresaban al Cabildo el deseo grande del pueblo de celebrar la procesión solemne con las Santas Cabezas que de tiempo inmemorial se viene celebrando”[1].

Finalmente, en 1754, la colegiata pasó a ser Catedral, pues se creó la Diócesis de Santander hecho que facilitaría que en 1755 se concediese a Santander la categoría de ciudad y capital de provincia.

Tenemos también noticias de que el Obispo Menéndez Luarca, devoto entusiasta de San Emeterio y San Celedonio, en 1743 consagró una de las campanas de la catedral con el nombre de “campanón de los Santos Mártires” y la otra “de la Virgen del Carmen”, subrayando con ello la naturaleza fundamentalmente marítima de Santander. Con respecto a esta campana consagrada a los Santos Mártires, Martínez Mazas[2] nos relata lo siguiente: “siempre que hay tormenta o borrascas de mar se hace tocar la campana para avivar la fe y dar a los que peligran [marineros] el consuelo de que todo el pueblo se acuerda y compadece de ellos y los encomienda al patrocinio de los abogados”. Este hecho ha tenido continuidad a lo largo de los siglos, y ya en el XIX lo vemos refrendado en el libro “Sotileza” de Pereda[3] cuando relata: “sonó una tarde [el “campanón”], retumbante, acompasado, lento y fúnebre cuando la fragata La Unión era empujada por las olas de un modo fatal e inexorable hacia las Quebrantas“.

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