La Provincia de Santander, como tal, emitió su primer Boletín en octubre de ese mismo año. Los Presidentes del máximo órgano de gobierno de Cantabria se pueden consultar aquí.

La personalidad de Cantabria se puso de manifiesto en todas las intentonas descentralizadoras del siglo XIX y primer tercio del XX. Así se puede ver en el Estatuto Provincial de 1925 cuyo Preámbulo cita que «algunas provincias se precian de constituir por sí mismas verdaderas regiones: tal sucede con Santander, cuyos hijos la llaman La Montaña«, o en el Proyecto de Estatuto de Autonomía del Estado Cántabro Castellano , en el contexto de la II República y que, elaborado por el Partido Republicano Federal de Santander, asumiría la Diputación Provincial para su debate y posterior plebiscito poco antes de la asonada militar de julio de 1936.
Estabilizados los frentes al comienzo de la guerra, el Gobierno trataría de organizar el caos en la organización administrativa territorial. Por Decreto de 23 de diciembre de 1936 se crearían los Consejos Provinciales, que otorgaban cobertura legal a la actuación de los distintos poderes surgidos en los primeros meses de la contienda y sustituían en sus funciones a las Diputaciones Provinciales, concediéndoles autonomía en su ámbito territorial. El artículo 11 de la norma  concretaba tres Consejos: Aragón, Asturias y León y el Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos.

En nuestro caso, el Consejo Interprovincial supliría a la Junta de Defensa de Santander.

Cabe advertir que, a pesar de su denominación, el área de actuación de este último se limitó a Cantabria y a algunos municipios limítrofes de las provincias castellanas o, simplemente, localidades de ellos. En Burgos: Arija, Montija, Bricia, Santa Gadea, Valdebezana, Espinosa de los Monteros, Mena y Valdeporres; en Palencia: Villanueva de Henares, Pomar de Valdivia, Brañosera y Berzosilla.
El Consejo Interprovincial nombraría un Consejo de Gobierno con sus respectivas Consejerías y dictarían numerosas resoluciones. En total fueron tres Decretos, sesenta y dos Circulares y decenas de Órdenes.  El aislamiento territorial de Cantabria durante la contienda fortalecería la idea autonómica preexistente y surgieron peticiones de concesión de Autonomía para el «País Cántabro», como se le denominó en el período del Consejo Interprovincial, pues era algo que, de hecho, ya se estaba produciendo.