Vicente Fernández: «La Sinfonía de Esperanza Zubieta»

El 25 de noviembre de 2022, se escribieron los últimos compases de la sinfonía de Esperanza Zubieta. Muchos elementos conectados, sincronizados en armonía, afinados en una misma dirección, con sus motivos, sus cambios de tempo, sus ritardandos y accelerandos, crescendos y diminuendos, sus diferentes timbres y tonalidades… Esperanza dejó escrita una espléndida sinfonía de vida. Su pasión era la música, todo en su vida giraba en torno a ella y a sus hijos.

Como director de la Banda Municipal de Santander, tuve la fortuna de trabajar con ella en varios proyectos y escuchar de cerca parte de “su sinfonía”, por lo que voy a compartir algunas experiencias plasmando algunas valoraciones personales como merecido homenaje a una persona inolvidable para todos los que la conocimos.

Un día de los que me invitó a su casa, sacó de un cajón en su estudio una partitura de orquesta. Se trataba de una sucesión de canciones populares cántabras que le cantaba su madre cuando era niña, a las que había añadido su toque personal armónico y un carácter sinfónico. Lo había escrito para orquesta sinfónica, coro, solistas y grupo de danzas, ni más ni menos…

“Mira Vicente, tengo esta sinfonía preparada para que algún día se estrene en el FIS”, recuerdo que me dijo. Unos días después, tras pensarlo y asumiendo el incalculable valor cultural que podía tener esa música y que podía perderse, le propuse una transcripción con el fin de ser interpretada por la Banda Municipal. Meses después, tras muchas horas de trabajo y ensayos, la Sinfonía Cántabra estaba preparada para su estreno.

El 10 de agosto de 2010, en el Palacio de Deportes de Santander y como colofón del Xo Aniversario de la Gala del Folklore Cántabro, se estrenó la Sinfonía Cántabra reuniendo a más de 200 artistas en el escenario y a unos 7.000 espectadores en las gradas. Actuaron junto a la Banda Municipal de Santander, el Grupo de Danzas Nuestra Señora de Covadonga, Coral Don Bosco, Coro Ronda La Encina, Coro Ronda Valle de Camargo y como solistas Julian Revuelta (El Malvís de Tanos), Esther Terán, Puri Díaz, Ma Ester Martín y Joaquín Tagle. Ma Cruz Toca, directora de la coral Don Bosco, Lorenzo Lizaso, director del coro ronda Valle de

Camargo, además de la propia Esperanza, ensayaron preparando la complicada parte coral. “Chiqui” Rivera estaba al frente del grupo de danzas Nuestra Señora de Covadonga. No tengo conocimiento del estreno de ninguna otra obra de corte sinfónico ante tan multitudinario número de espectadores en vivo en España, fue colosal. Posteriormente la sinfonía se repitió en el Parlamento, pudiéndose encontrar fácilmente los videos en la red. Ya encontrándome en excedencia, se interpretó una tercera vez en el Palacio de Festivales.

Pocos días antes de su fallecimiento contacté con ella; “Esperanza, voy a Santander y Torrelavega en febrero y marzo a hacer unos conciertos didácticos, quiero que asistas porque están inspirados en el que diseñaste en Santander”. Tras alegrarse y confirmar su asistencia comentó “seguro que serán un éxito Vicente Fernández”. Fue lo último que me dijo.

Esperanza diseñó un proyecto de concierto didáctico -en el que ella era además la presentadora-, para una temporada de conciertos, destinados a escolares, a cargo de la Banda Municipal de Santander. Una vez admitido, lo desarrollamos los dos. Era disruptivo, una obra de auténtico genio, muestra de un talento brutal; necesitaría muchas páginas para explicar las innumerables razones por las que era una obra de arte. Para hacerse una mínima idea, no sólo había que tocar, también había que hacer teatro, enfadarme con ella tras una serie de acontecimientos muy bien hilados para un fin, teniendo que irnos todos los músicos del escenario apenas comenzado el espectáculo… Siempre recordaré con qué elegancia de movimientos ponía a los niños a bailar en su asiento mientras interpretábamos la polka trish trash de Strauss.

Resultado, los niños subiendo al finalizar al escenario en avalancha rodeándola y tirándola del vestido en busca de un autógrafo con papel en la mano brazo en alto; nunca olvidaré esa imagen tampoco. Esperanza no era genial sólo por sus dotes creativas, su capacidad para empatizar y transmitir con los más jóvenes era asombrosa, la adoraban.

En el trato cercano Esperanza era una persona encantadora. Una conversación con ella suponía siempre una carga de moral; sus reflexiones, con algunas expresiones muy características propias, causaban una visión optimista del universo. Parte de su grandeza radicaba en que no se regía ni se podía clasificar en ningún estereotipo de tipo de persona; era única, todo el mundo que la conoció lo sabe.

Talento, ilusión, elegancia, capacidad de trabajo, saber escuchar, comprensión, humor inteligente, eran cualidades que desprendía Esperanza a raudales. Era deliciosamente transgresora, de tal manera que sus palabras, sus actos y su música no pasaban desapercibidos y no serán olvidados.

Una vez leídas mis reflexiones, que estoy seguro a ella hubieran emocionado y a pesar de sólo escribir acerca de unos compases de su densa sinfonía de vida, se harán los lectores una idea, bajo mi punto de vista, de la dimensión que para Cantabria ha significado la irreparable pérdida de Esperanza Zubieta. Queda su legado y sigue viva su voz que no se apaga en la mente, que de vez en cuando escuchas porque de alguna manera ha penetrado en tu cerebro y vive en tu conciencia.

Un abrazo muy fuerte para sus dos maravillosos hijos.

Fdo.: Vicente Fernández / Director de la Banda Sinfónica de Policía Nacional

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