En la búsqueda de fuentes de energías limpias y con posibilidad de ser almacenadas, el hidrógeno se posiciona como un elemento esencial para materializar la omnipresente transición ecológica. Asturias parte en buen lugar en esta carrera contrarreloj cuyo pistoletazo de salida dio la Unión Europea y en la que el Gobierno español quiere conseguir un récord en la consecución de objetivos ambiciosos en un corto plazo de tiempo. Precisamente, el Consejo de Ministros aprobó la semana pasada la Hoja de Ruta del Hidrógeno con el objetivo de que en 2030 España tenga cuatro gigavatios de potencia instalada de electrolizadores y se movilicen 8.900 millones en inversiones.
En el documento se mencionan algunos proyectos ya desarrollados en la región, como la colaboración de Renfe con Enagás y el Centro Nacional del Hidrógeno para la realización de pruebas en el túnel de ensayos de la Fundación Barredo en Anes (Siero) y la construcción de buques diseñados para el uso del hidrógeno como combustible en astilleros Gondán. Pero Asturias también mira más allá de las fronteras españolas para crecer en este mercado.
Buena prueba de ello es el proyecto planteado por once empresas procedentes de nueve estados miembros de la Unión Europea –España, Alemania, Francia, Italia, PaísesBajos, Bélgica, República Checa, Dinamarca y Suecia–, entre las que se encuentra Enagás.
La propietaria de la regasificadora de El Musel se ha unido a Energinet, Fluxys Belgium, Gasunie, GRTgaz, NET4GAS, OGE, ONTRAS, Snam, Swedegas y Teréga para diseñar una Red Troncal de Hidrógeno Europea (European Hydrogen Backbone), orientada al desarrollo de una ruta específica de transporte de este elemento. Según este informe, las infraestructuras de gas existentes pueden adaptarse para transportar hidrógeno a un coste asequible. La previsión de estas compañías es que, a partir de mediados de esta década, se irá desarrollando gradualmente una red troncal de gasoductos que alcanzará los 6.800 kilómetros de longitud en 2030 y que conectará los llamados valles de hidrógeno (centros de suministro y demanda).
Para 2040, pronostican que estará operativa una red de hidrógeno de 23.000 kilómetros, de la que el 75% estará formada por gasoductos de gas natural adaptados, y el 25% restante por tramos de gasoductos nuevos. En última instancia, estarán activas dos redes paralelas de transporte de gas: una destinada al transporte de hidrógeno y otra al de gas natural y biometano. «Teniendo en cuenta las importaciones de hidrógeno, esta red troncal podrá utilizarse para transportarlo de forma eficiente a gran escala y a larga distancia», apunta el documento.
En el caso de España, esta ruta del hidrógeno tiene en cuenta a Asturias. En concreto, el documento recoge tres obras de gran envergadura para extender la red hasta Francia. Una de estas infraestructuras de nueva planta es un gasoducto que conectaría Gijón con Bilbao. Los puertos de ambas ciudades cuentan con regasificadoras, aunque la localizada en El Musel está parada por cuestiones administrativas tras haber sido anulados sus permisos en los tribunales. Además, se prevé construir otro gasoducto para unir La Coruña –también con planta de regasificación– con un potencial almacenamiento de hidrógeno, a través de un acuífero, situado a la altura de Guadalajara.
La tercera infraestructura planteada permitiría entroncar el norte de España con la zona mediterránea. Un trazado en el que Zaragoza adquiriría protagonismo con la creación de un clúster industrial, como los previstos en otras ciudades de diferentes partes del país, entre ellas, Gijón. El resto del entramado de hidrógeno en España, por tanto, se basaría en la actual red por la que se transporta el gas natural. Esta expansión de las infraestructuras permitiría, además, establecer conexiones con el norte de África incluso antes de 2040, según revela el documento.
La planificación de las once empresas implicadas en la RedTroncal de Hidrógeno tiene en cuenta los proyectos, en distintos niveles de desarrollo, planteados en los países que conforman la malla. Uno de ellos es el ‘Green Spider’ (Araña Verde), que Enagás presentó en Bruselas a finales del año pasado como un Proyecto Importante de Interés Común Europeo (IPCEI, en sus siglas en inglés), para intentar optar a fondos comunitarios. Esta iniciativa –más tarde ampliada geográficamente a Italia bajo la denominación ‘Green Crane’ (Grulla Verde)– plantea hacer de Asturias un gran polo para la exportación de hidrógeno verde hacia Europa.
Puerto de salida
Asimismo, señala la posibilidad de movilizar 2.100 millones de euros y, de ellos, 400 en Asturias, para construir una planta de electrólisis abastecida por renovables para producir hidrógeno y aprovechar la regasificadora de El Musel como almacén estratégico. El puerto se emplearía como punto de salida de este gas al resto de Europa, dentro de una red de producción a gran escala en territorio nacional. No obstante, Enagás recalca que se trata de un proyecto en fase embrionaria.
Según detalla el informe de la Red Troncal de Hidrógeno, «la ambición a largo plazo de España es ser uno de los principales proveedores en Europa, aprovechando la energía solar fotovoltaica y eólica a gran escala combinadas con la electrólisis». Para 2040, el mapa nacional permitirá alcanzar este objetivo gracias a la conexión con Francia mediante un refuerzo de la conexión existente por Larrau y Cataluña vinculada a las importaciones desde el norte de África, señala.
La creación de esta red –que se alinea con la Estrategia de Hidrógeno de la Comisión Europea– requeriría entre 27.000 y 64.000 millones de euros, lo que supone un coste reducido en el contexto general de la transición energética europea, según sus impulsores. Se estima que el coste nivelado –que incluye todos los costes a lo largo de la vida útil del proyecto– se situaría entre 0,09 y 0,17 euros por kilogramo de hidrógeno por cada mil kilómetros, lo que permitiría transportar el hidrógeno de forma económicamente eficiente a través de largas distancias.
Fuente: texto e imagen: elcorreo.com