13/05/2024

nada personal, solo información

«No importa el peligro que preparen los caballos. ¡Hemos de partir ahora mismo!»

María López de Mendoza y Pacheco (Granada, 1497-Oporto, 1531), conocida como María Pacheco, la Leona de Castilla.

Séptima hija de Íñigo López de Mendoza, II conde de Tendilla, I marqués de Mondéjar, y de Francisca Pacheco, hermana del II marqués de Villena, Diego López Pacheco. Nació en la Alhambra, donde su padre vivía como virrey y capitán general que era de Granada desde 1492. El 18 de agosto de 1511 se casó en Granada, con Juan de Padilla, hidalgo toledano de rango inferior al suyo. No tenía título nobiliario alguno.

María Pacheco mostró su protesta, su fiereza e independencia de carácter.
Al contrario de lo que era habitual por aquella época, en que la mujer no tenía más remedio que aceptar las imposiciones de su padre, ella se rebeló y rechazó la imposición. Por la imposición en sí y porque a primera vista no le gustó el prometido. Contrajo matrimonio con Juan Padilla y todo indica que después vino el amor, la complicidad, la amistad y el amor entre la pareja.

En 1518 la pareja viaja a Toledo. María Pacheco apoyó y quizás instigó a su no pacífico marido para que, en abril de 1520, tomase parte activa en el levantamiento de las Comunidades en Toledo.

Rivalidades comuneras. El estallido comunero comenzó a cernirse entre las 18 ciudades que tenían representantes en Cortes. En la primavera de 1520 estalló el movimiento comunero contra las felonías del emperador. Juan Padilla fue uno de sus promotores, en representación de la ciudad de Toledo. Aquella guerra civil hizo que la familia granadina de María Pacheco, con su hermano Luis Hurtado de Mendoza como nuevo capitán general de Granada, quedase alineada en el bando imperial; y María y su esposo en el bando comunero. El hermano de María Pacheco impidió, con sus tropas moriscas, que la protesta comunera triunfase en Andalucía; además, envió algunos soldados a combatir a los comuneros en Castilla.

En Toledo María Pacheco conoce la muerte de su marido, Juan de Padilla. María Pacheco reemplazó a su marido al frente de los hombres de guerra de Toledo y se atrincheró allí. Artilló las almenas lo mejor que pudo, parapetada primero en el viejo alcázar, y después en los fuertes de la ciudad. Toledo fue cercada y bombardeada por el ejército imperial durante nueve meses. La ciudad padeció necesidad, deserciones y traiciones. María Pacheco continuó resintiendo y rechazando las negociaciones que le llegaban de parte de su familia, todos alineados con Carlos V.

Aquella valiente mujer comprendió que su resistencia numantina llenaría Toledo de cadáveres. Por eso, en febrero de 1522 consiguió evadirse de la ciudad disfrazada de pordiosera. Quiso refugiarse en el castillo de Escalona, tenencia de su tío el Marqués de Villena, pero le fueron cerradas las puertas. Su tía le dio a escondidas 300 ducados y alimentos. María Pacheco figuraba en el sexto lugar de personas no perdonadas y condenadas a muerte en 1524. Tuvo el apoyo económico y político del obispo de Braga, Diego de Sosa. María Pacheco jamás perdonó a Carlos V por decapitar a su marido ni el emperador a la jefa comunera por resistirse.

Murió en Oporto. Falleció en una casa prestada. Tenía 34 años y había capitaneado el pulso comunero contra el mayor imperio del momento. La tumba de María Pacheco fue cambiada dos veces.

HABLABA LATÍN Y GRIEGO CON 15 AÑOS

María Pacheco en los 34 años que vivió estudió, amó y sobre todo luchó. Y luchó por su marido al igual que luchó por su propia supervivencia. Se casó casi sin quererlo, pero luego bien se enamoró de su Juan de Padilla. Docta en latín y griego, tenía conocimientos de aritmética. Para hacernos una idea de la valentía de esta mujer, de sus convicciones, creencias y fidelidades, recordamos la visita a Oporto de su hermano menor. Diego Hurtado de Mendoza, menciona en una carta que la visitó antes de morir y que sus deudos intentaron repetidamente lograr su perdón. Murió la viuda de Padilla de un dolor de costado en marzo de 1531. Según refiere Juan de Sosa, que fue su capellán, “dejó mandado en su testamento que, pues la majestad de César no le diera licencia para ir viva a acabar la vida en Villalar, adonde está sepultado el cuerpo de Juan de Padilla, su marido, que enterrasen su cuerpo en la Seo de Porto, delante el altar de San Hierónymo, que está detrás de la capilla mayor, y, comido el cuerpo, llevasen sus huesos a sepultar con los de su marido en la dicha villa de Villalar donde yace”. Ella misma compuso esta glosa latina al testamento para ser grabada en el sepulcro: “Ad illustris D. Mariae Pacciechae Tumulum. Carlos V se negó a dar su visto bueno a la petición de María Pacheco. Sin duda, fue una mujer única, una esposa hasta el final de sus días y una gran luchadora que nunca se rindió como nunca admitió el perdón de su Rey. Una protagonista el 23 de abril en el Día de Castilla y León en Villalar de Los Comuneros (Valladolid).

Imagen: «La leona de Castilla», película de 1951, dirigida por Juan de Orduña. El papel de María Pacheco fue interpretado por Amparo Rivelles.
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