La cultura está en la UCI

Las pestes, plagas y epidemias cambiaron y transformaron los futuros de sus sociedades hasta hoy. Desde la peste de Atenas en tiempos de Pericles, hasta la ultima gran epidemia de gripe en los años 20, las salidas siempre fueron inciertas. En ocasiones se dio respuesta acertada y en otras ocasiones no se hizo nada. Y siempre la cultura fue el bálsamo social que permitió el progreso. Porque es la cultura quien anima el sentimiento de pertenencia, quien provoca el intercambio de ideas, quien facilita el pensamiento y la crítica.

El historiador y filósofo británico Arnold Toynbee en su Estudio de la Historia, desarrolla como las 21 civilizaciones que describe hasta hoy, crecían y evolucionaban sí su respuesta a un desafío estimulaba una nueva serie de desafíos, o desaparecían si se mostraban impotentes ante ellos. En el equilibrio entre desafío y respuesta esta nuestro futuro.

Y cómo saldremos de esta pandemia. La cultura y su industria no solo afecta a los creadores e implicados, sino a todo el tejido social, urbano y turístico que mueve a su vez millones de personas. Pero que permite al resto de millones sentir y emocionarse, reír y llorar, aprender, entender  y descubrir.

De las mas de 100.000 empresas, ahora paralizadas por el confinamiento y por el miedo, no llegan al 1% las que cuentan con una plantilla de más de 50 empleados. El resto son autónomos y pequeñas sociedades y equipos de no mas de tres profesionales.

A pesar de las condiciones en las que trabajan logran superar muchísimas barreras. Han logrado sobrevivir a muchas crisis. En comunidades pequeñas como Cantabria la administración sostiene el peso fundamental. Y la mayor parte de las barreras son suyas. En ocasiones porque decide asumir la cultura como actor y en otras porque no sabe dinamizar sin intervenir para que los actores sean verdaderamente los protagonistas de la cultura.

Ahora mas que nunca se necesita el apoyo de la Administración pública porque, de lo contrario, existe el riesgo de que no quede nadie para subir el telón. Ahora mas que nunca la administración debe ser consciente de lo hecho hasta ahora, de ver si realmente generó una estructura cultural potente que permita volver a poner en pie la industria cultural o una red de clientelismo que solo vivía presentes.

Porque la cultura será parte de la solución o no habrá solución. Son empresas esenciales que generan riqueza económica y social, innovación, creatividad, patrimonio y cohesión, y que, por su especial vulnerabilidad, deben ser protegidas. Mientras pensamos que hay futuro, pensemos como mantenemos el presente y propiciamos su transformación.

Aplaudir a nuestros sanitarios esta bien, pero si ese aplauso no se refleja en los presupuestos ampliando las partidas para sanidad pública y para investigación no habremos aprendido nada.

Que hubieran sido estos dos meses de confinamiento sin música, cine, libros, danza, opera o teatro en nuestros dispositivos móviles. Si aplaudimos a músicos y artistas y no lo reflejamos en los presupuestos, tampoco habremos aprendido nada.

Mas dinero para la cultura, pero, sobre todo, mas dinero para los protagonistas de la cultura, para sus proyectos. Y lo que es mas importante, para mantener las pequeñas estructuras culturales tanto en cuanto no se defina como será el futuro.

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