Josu Jon Imaz: «Aguayo II es un proyecto clave para la generación renovable en España»

El presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, ha afirmado hoy que la ampliación de la central hidroeléctrica de Aguayo va “por el buen camino” y espera que en 2022 puedan comenzar las obras de un proyecto que representaría la mayor inversión de la historia de la Comunidad Autónoma, aproximadamente 700 millones de euros, y sería “doblemente interesante” para los intereses regionales porque, por un lado, Cantabria pasaría de una producción de energía renovable actualmente deficitaria a tener “superávit” y, por otro lado, supondría un impacto muy positivo sobre el empleo y la economía local.

“Todo va por el buen camino y estamos expectantes y muy ilusionados de que en el año 22 podamos ver la obra comenzada”, ha enfatizado Revilla tras la visita que esta mañana ha realizado a las instalaciones de la central en compañía de la cúpula de Repsol, con su consejero delegado a la cabeza, Josu Jon Imaz.

El jefe del Ejecutivo ha reiterado a Repsol el apoyo del Gobierno cántabro en todos aquellos trámites que son de su competencia y ha confiado en que la ampliación se incluya entre las actuaciones que obtengan financiación europea, que es una de las “cuestiones pendientes” junto con la regulación del almacenamiento eléctrico por parte del Gobierno de España.

Finalmente, ha agradecido la invitación de Josu Jon Imaz para conocer sobre el terreno los avances del proyecto, justo cuando se cumple un año desde la última visita que ambos realizaron a la central. “Hoy es un día importante porque, lo que el año pasado era una posibilidad, ahora está en los planes de Repsol para llevarse a cabo en los próximos años”, ha concluido.

Por su parte, Imaz ha apuntado que el denominado como ‘Aguayo II’ es un proyecto “clave para la generación renovable en España como almacenamiento” y la “solución adecuada” cuando no se puede generar energía por falta de viento o sol. Así, ha confirmado la “ambición” de la multinacional propietaria del activo de sacarlo adelante con la colaboración de todos los agentes implicados, tanto las instituciones como el sistema eléctrico español.

“Estamos empujando fuerte para hacerlo viable. Nos gustaría y trabajamos para tomar en el 2022 una decisión final de inversión para que pueda estar operativo en 2026 y, de esta manera, podamos tener esta enorme cantidad de almacenamiento de energía en Cantabria para el conjunto de España”, ha subrayado el CEO de Repsol, quien, al igual que Revilla, ha incidido en el “efecto tractor” que va a tener sobre la industria local.

Según ha dicho en este sentido, Repsol va a buscar una “interlocución adecuada” con empresas cántabras que puedan participar en la fase constructiva y ha confesado que para él es “un honor” desarrollar en la Comunidad Autónoma una iniciativa que emerge como una “buena oportunidad” de impulsar el almacenamiento de energía en España de forma “sostenible”.

En representación del Gobierno cántabro, también han participado en la visita el vicepresidente, Pablo Zuloaga, y el consejero de Industria, Javier López Marcano, mientras que, por parte de la compañía energética, han acudido junto a Josu Jon Imaz la directora general de Cliente y Generación Baja en Carbono y presidenta de Repsol Electricidad y Gas, María Victoria Zingoni, y el director de Generación y Mercados, Javier Anzola, entre otros.

Detalles del proyecto

La ampliación de la central hidroeléctrica de Aguayo forma parte del Plan Estratégico 2021-2025 de Repsol y su ejecución significaría incrementar en 1 gigavatio (GW) la capacidad instalada de la actual central de bombeo y elevarla hasta un total de 1,4 GW, convirtiéndose en la segunda más grande de España de sus características,

La instalación, en funcionamiento desde el año 1982, es una central de bombeo reversible que utiliza como depósito inferior el embalse de Alsa y como depósito superior el embalse de Mediajo. Esta ventaja diferencial permite su utilización dentro del sistema eléctrico para compensar los momentos en los que hay exceso de producción renovable, acumulando energía, y los momentos de exceso de demanda, generando energía.

Para ello, en las horas de baja demanda o eleada producción renovable se utiliza la energía eléctrica sobrante en el sistema para bombear enormes cantidades de agua a un embalse elevado, en este caso, el denominado depósito del Mediajo. Por otro lado, en los momentos en los que se requiere energía eléctrica adicional, por existir una gran demanda o una baja producción renovable, el agua se deja caer al embalse inferior, el embalse de Alsa, para mover las turbinas que vuelven a generar electricidad.

Aguayo II consistiría en la ampliación de la central, de forma que, casi sin impacto visual y sin necesidad de realizar actuaciones de relevancia en el embalse de Alsa ni el depósito del Mediajo, se optimice su funcionamiento. Para ello, se instalarían de forma subterránea nuevas conducciones de agua y equipos que permitirían incrementar la potencia de la central hasta cerca de 1.000 MW adicionales, con lo que la producción anual de energía llegaría a los 2.000 GWh/año. La ampliación de la central se configuraría con cuatro grupos de turbinas reversibles de una potencia aproximada de 250 MW cada una.

Uno de los aspectos fundamentales del proyecto es su compatibilidad con la conservación medioambiental del entorno. La ampliación de Aguayo combina una mayor eficiencia en la generación a partir de fuentes renovables con una instalación subterránea, sin impacto en el paisaje, aportando una solución sostenible desde un punto de vista medioambiental.

Además, para su puesta en funcionamiento no sería necesario ampliar los embalses existentes. Con una obra respetuosa con el medio ambiente, se conseguiría una mayor cantidad de energía procedente de fuentes 100% renovables.

Por otro lado, la ampliación de la central permitiría un sólido desarrollo industrial y fomentaría el empleo en la región. Además de los puestos de trabajo directos e indirectos requeridos durante la vida útil de la central, la construcción durante los más de cuatro años previstos para su puesta en servicio requeriría de una importante cantidad de trabajadores, lo que supondría un notable impulso económico para la zona. Se estima que en los momentos de mayor actividad habría alrededor de 1.000 personas trabajando directamente en la obra.

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