«Los gobiernos tienen una ingente cantidad de información nuestra, información que nos han arrebatado amparados en una legalidad que ellos mismos se han fabricado»
Lo más valioso que tenemos las personas es la propia identidad, reducto último de nuestra libertad. Identidad que es el conjunto de gustos personales, hábitos de consumo, comportamiento social, gastos domésticos, propiedades, tendencias humanitarias, creencias religiosas o posicionamiento político. Un inmenso piélago que ofrece múltiples posibilidades de negocio a empresas y capacidad de influencia política a gobiernos, convirtiéndose por lo tanto en un nuevo «El Dorado» cuya explotación facilitará la Inteligencia Artificial con unos modelos de investigación sobre la minería de datos inimaginables hasta hace bien poco.
En este tráfico de datos las contraseñas son la información más demandada junto con la agregación de otra serie de informaciones como puede ser un número fiscal, un correo e incluso un rasgo físico, es lo que permite recrear identidades y elaborar perfiles ad-hoc para actuar hasta bancariamente, pero no son únicamente estos datos «técnicos» los rasgos físicos que permiten crear perfiles más realistas alimentan sistemas de reconocimiento en procesos de verificación digital que abre campos inmensos a la delincuencia privada con unos datos resultantes de escalofrío: Desde el año 2005 se han filtrado y manejado 58.000 millones de puntos de datos personales, lo que deja muy clara la magnitud del negocio que se traen entre manos, y no solo eso, lo que estarán dispuestos a realizar los traficantes privados para que no se les escape, sobre todo sabiendo como saben lo que estos ciudadanos han tragado sin rechistar .
Aparte de esto los gobiernos tienen una ingente cantidad de información nuestra, información que nos han arrebatado amparados en una legalidad que ellos mismos se han fabricado. Saben de nuestra salud, los medicamentos que podamos consumir, los ingresos que tenemos, nuestras propiedades, en donde vivimos, el agua que consumimos, los vehículos que utilizamos, nuestras cuentas bancarias, los ahorros … mientras que impotentes ante el Estado omnipotente desconocemos como serán utilizados y quienes serán los aparatichs que puedan hacerlo. De asustar.
Como al Estado todo le parece poco para controlar al común, ahora está en campaña para que los ciudadanos no utilicemos el dinero en efectivo y sean los medios de pago, vía tarjetas, transferencias y demás, los que acaben imponiéndose para de esta manera saber más aún de la gente y de paso convertir el dinero en meros apuntes contables sin necesidad alguna de respaldo real, con lo cual ante la cancerígena deuda pública que se padece puedan permitirse alguna «holgura».
Otro que también anda en lo mismo es el Banco Central Europeo que está como loco por implantar el euro digital con la inefable Christine Lagarde como muñidora, que ha fijado la emisión del citado euro digital en el año 2029, fecha en donde pueden acabar definitivamente con nuestra capacidad de compra en efectivo y la privacidad de nuestras transacciones comerciales. Es decir, de nuevo lo mismo: Asalto a nuestra intimidad personal para hacernos más vulnerables.
Ante esta realidad no se puede esconder la cabeza bajo el ala culpando a los demás, hay que decir claramente que si nuestros datos son valiosos y otros los quieren la responsabilidad de protegerlos y cuidarlos es nuestra. No tomemos el asunto como cuestión menor de paranoicos, que no lo es, si en España hemos sido muy acomodaticios defendiendo nuestra libertad, es necesario que no los seamos cuando como ahora hay que defender la privacidad individual frente al inmenso poder de utilización que puede dejarnos a la intemperie.
Autor: Alfonso del Amo-Benaite. Consultor de Mercados & Marketing.