02/11/2024

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Emilio Carrera: «Las inundaciones, el río Saja y el nuevo puente entre Virgen y Villanueva de la Peña»

Como no podía ser menos tras las optimistas y celestiales declaraciones de las autoridades el nuevo puente de Villanueva de la Peña «no corre peligro»  tras  repararse los daños que sufrieron por la crecida del Saja  los tajamares o parteaguas de la obra que se pretende construir.   Lamentablemente, las “tranqulizadoras y seguras” declaraciones mantienen en el limbo las “estridentes” referencias pasadas sobre el disparate ingenieril  político y económico de una iniciativa inversora sobre la que se ha venido advirtiendo su despìlfarro en dinero, las modificaciones presupuestarias al alza, las rectificaciones incomprensibles del proyecto original, el empeño en derribar el puente viejo, o el desprecio a las alegaciones y los riesgos que entrañaba frente las crecidas del Saja  como finalmente ha ocurrido Y es que la falta de  prevención de inundaciones en la cuenca del Saja –extrapolable a la mayoría de las cuencas fluviales de Cantabria– se ha vuelto a manifestar al persistir los viejos vicios de intervención que, sin ánimo exhaustivo, podemos resumir en un decálogo de “aciertos” históricos, presentes y ¿futuros?:
 
   1.–Ausencia sistemática de una visión integral y articulada de la cuenca por donde discurren los cursos de agua desde la cabecera principal hasta la presión de caudales que ejercen los arroyos y afluentes a lo largo de todo el recorrido.
  2.–La influencia de las fuertes pendientes en la velocidad y el potencial erosivo que adquieren los ríos aguas abajo con sus los tonos de marrón intenso.
  3.–La impermeabilización del suelo y la intensificación de las escorrentías superficiales como resultado de la deforestación de la vegetación natural y su sustitución por  las plantaciones masivas e indiscriminadas de pinos y eucaliptos.
  4.–Las explotaciones forestales basadas en las talas a matarrasa y la apertura de pistas de acceso sin el control sobre la sostenibilidad de sus diseños y drenajes.
  5.–La disminución de la densidad y continuidad de las formaciones de ribera y los bosques de galería como colchones amortiguadores de los rebosamientos de los cauces principales
  6.–La inexistencia de una reforestación sistemática de especies autóctonas en laderas y márgenes de los cursos principales y sus afluentes para frenar los deslizamientos de tierras, retener la circulación superficial de las aguas, contribuir al espesor de los suelos y favorecer la infiltración de las aguas.
  7.–La supresión de los trazados meandriformes y la ocupación o rellenos de los cauces fósiles cuya existencia original ayudaba a diluir la presión sobre las márgenes, las llanuras de inundación y las mieses, vegas y núcleos habitados  expuestos a las grandes crecidas a pesar de escolleras, encauzamientos o motas.
 8.–El desprecio y falta de mantenimiento de las viejas infraestructuras fluviales, más baratas, flexibles y eficaces,  como eran los viejos gaviones y bolsas empedradas, abandonadas y sin ser reparadas, las presas de labio sin rehabilitar –Santa Lucía o Portajén– y los canales molineros o hidroeléctricos de derivación en las márgenes derecha e izquierda del Saja o la Central de la Textil, para disminuir o absorber los caudales aportados al cauce principal donde la velocidad y fuerza de las aguas es el resultado de escolleras, encauzamientos salvajes y puros canales de desagüe sin esa función amortiguadora de cauces fósiles, llanuras de inundación y zonas húmedas adyacentes que han desaparecido al margen de la Ley de Aguas y de la protección de los ecosistemas fluviales;  y que en el caso del nuevo puente localiza las pilastras en el Dominio Público Hidraúlico y lleva camino de sufrir importantes modificaciones respecto al diseño original de los tres vanos, la distribución de luces, péndolas y catenarias, pilas y estribos, las obras de desbroce y ocupación de márgenes en la N-634 y la confluencia con el arroyo de la Fuente del Ojo, el entramado metálico de los fustes de las pilas y forjado del tablero…  
  9.–Descarte definitivo del puente viejo entre Virgen y Villanueva que será demolido  –cuando ha resistido en perfecto estado y sin accidentes significativos– en vez de ampliar el tablero principal y los estribos para suavizar las curvas de acceso mediante vuelos laterales y reforzar la seguridad vial de vehículos y peatones, y admitir sin problemas el cruce de vehículos.
   10.– El fracaso y los errores generalizados en la  ordenación territorial y el planeamiento urbanístico con construcciones en suelos rústicos, mieses y corolas o perímetros de núcleos rurales  y áreas residenciales que deberían haber sido objeto de protección especial; y en cuanto a las supuestas “mejoras” de las infraestructuras y la circulación viaria se han ignorado  los intereses y la calidad de vida de  vecinos, paseantes, ganaderos…,  por las calles e itinerarios tradicionales de los pueblos del municipio de Mazcuerras que verán intensificado el tráfico de vehículos en las travesías de Villanueva, Mazcuerras y Cos, las intersecciones de Virgen, Riocorvo, Herrera de ibio, Cohiño y Santa Lucía, las entradas y salidas de los caminos rurales…–, que para rematar el dislate hará  que las autoridades locales y autonómicas acaben pidiendo rutas de circunvalación.   Todo ello dentro de la negligencia que supone que transcurridos ya 35 años de la Ley de Aguas es incomprensible que no se haya producido la transferencia a Cantabria de las competencias de la Administración Central sobre los ríos que discurren en su integridad por el interior de nuestra región y el desarrollo de los programas LINDEDelimitación del Dominio Público Hidraúlico– y PRITCRAPlan de Rehabilitación Integral de Cauces y Riberas–  sobre el Dominio Público Hidraúlico –o el llamado «Deslinde Probable«– manteniénose la dispersión de competencias en Cantabria, las disputas  entre Consejerías Desarrollo Rural y Medio Ambiente, Obras Públicas, Cultura.…– y Ayuntamientos, y el aplazamiento de un ambicioso programa de restauración hidrológico-forestal para proteger la biodiversidad y prevenir las inundaciones.
A todo esto hay que añadir la falta de rigor y exigencias en las evaluaciones de impacto ambiental  –sobre la ocupación de zonas inundables, la desnudez de los espacios agrarios sin conservar sus paisajes de cercas, setos y rodales boscosos o su interaccion con arroyos y ríos, el respeto a sus funciones de drenaje y retención de las aguas, la dosificación de  dragados, escolleras, encauzamientos…, en la devolución del espacio a los ríos,  en la selección de los calendarios adecuados en función de la frecuencia o intensidad de las precipitaciones que eviten elegir, por ejemplo, finales de Noviembre como ha ocurrido en Villanueva de la Peña, para acometer obras en medio del cauce sin tener en cuenta el riesgo de fuertes precipitaciones…; una falta de rigor que se traduce en evaluaciones de impacto ambiental  demasiado relajadas en sus planteamientos y favoreciendo el incumplimiento de las leyes y el desafío a los procedimientos administrativos y mecanismos de participación, seguimiento y control eximiendo a instituciones y empresas  de incluir sistemas de Drenaje Urbano y Rural Sostenibles, una mayor coordinación entre las  Administraciones Públicas, una gestión  de los recursos hídricos con un Ente Mixto del Gobierno de Cantabria y los Ayuntamientos para garantizar la rentabilidad económica, social y ambiental, y unos criterios de adjudicación de las obras y proyectos que no tiendan por sistema a devaluar los precios y a bajas temerarias…, para lograr una visión interdisciplinar en el tratamiento de las cuencas hidrográficas, dentro del respeto a las características ecológicas y los valores recreativos y paisajísticos de los espacios afectados.
Por último, este conjunto de carencias en el diseño y ejecución de obras hidráulicas o infraestructuras fluviales podría corregirse en gran medida si se introdujesen en los planes de estudio de las Escuelas de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos o en aquellas Técnicas relacionadas con las obras públicas en general, asignaturas y criterios de análisis ecológicos en sus prácticas o aplicaciones profesionales con la finalidad de poner el énfasis en la prevención, la minimización de impactos o el ahorro en las inversiones que les conciernan paa acabar con la tecnocracia y el despotismo ingenieriles que tantos estragos y costes añadidos han supuesto a medida que ha aumentado la capacidad inversora de las Administraciones Públicas y los progresos en maquinaria y artefactos en los movimientos de tierras y la modificación de las condiciones naturales de los espacios afectados. “Porque de seguir con los mismos criterios ingenieriles en el tratamiento de los ecosistemas fluviales, además de las emociones fuertes cada vez que se produzcan las crecidas e inundaciones a ver por donde se desborda el río o se rompen las escolleras, acabaremos convirtiendo todos los cursos de agua en puros canales de desague desde el nacimiento hasta la desembocadura como un atractivo ecológico y paisajístico de alcance mundial”.
Autor: Emilio Carrera. Miembro de Ecologistas en Acción. Imagen de 2019. 
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