Reinosa retrocede hasta el año 1000 bajo la denominación de ‘Renosa’

Carlos V pasó por Reinosa durante su primer viaje a España procedente de Flandes (1517)

Una antigua historia cuenta que Reinosa nació a la vera de un camino y a orillas del Ebro; cuenta que nació como lugar de encuentro de los pueblos que ya eran Campoo, como centro de sus relaciones mercantiles y administrativas.  El documento más antiguo sobre Reinosa tiene fecha del año 1000, donde figura con la denominación de “Renosa”, aldea a la que se le asignan cuatro solares concedidos por el rey de Castilla, Sancho García. A partir de ahí, aparece mencionada en varios pleitos y escrituras que describen la dependencia jurisdiccional de las gentes allí asentadas a las Abadías de Santillana y Aguilar (abadengo), por un lado, y del marquesado de Argüeso y del Rey (behetría), por otro. En una relación de propiedades de 1404, Reinosa ya se perfila como centro de un mercado incipiente y, años más tarde, se alude a ella como cabeza de la Merindad de Campoo, convirtiéndose en sede del Ayuntamiento General. Este Ayuntamiento lo componían Reinosa y siete Hermandades: Cinco Villas, Suso, Yuso, Enmedio, Los Carabeos, Valdeolea y Valdeprado, cada uno representado por un Procurador Síndico. Todos se reunían una vez al mes con el Corregidor para tratar asuntos referentes a la administración de sus territorios.

Es en estos años finales de la Edad Media y principios de la Moderna cuando tienen lugar en Reinosa dos importantes visitas reales:nLa primera fue la del Príncipe don Juan, en 1497. El hijo de los Reyes Católicos, llega a la ciudad con su padre, para encontrarse con su prometida, Margarita de Austria. Es probable que los novios se prometieran o casaran en el edificio conocido como La Casa de las Princesas, situado en el centro de Reinosa.

La segunda presencia real fue la de Carlos V, quien pasó por aquí durante su primer viaje a España procedente de Flandes (1517). Aquejado de una enfermedad, se hospeda en la casa del fundador del Convento San Francisco durante nueve días, hasta su recuperación. En esa fecha el convento se estaba construyendo y, un siglo más tarde, ya contaba con treinta religiosos, y Reinosa con una población de 500 habitantes, de los que buena parte eran hidalgos renteros de sus mayorazgos, otros se dedicaban a actividades liberales y los más vivían del producto de sus huertas, del ganado y del pastoreo.

Esta estructura económica cambia a partir del siglo XVIII cuando, bajo el reinado de los Borbones, se construyen el Camino Real y el Puente del Ebro. Estas obras contribuyen al despegue económico de la comarca. La ciudad se convierte en un lugar bullicioso y próspero, donde los productos castellanos se almacenan en su camino hacia el puerto de Santander. Surgen alrededor de este comercio pequeños negocios como las herrerías, se construyen grandes molinos, se establecen compañías y se crean servicios como tiendas, boticas y notarías. En esta época se traslada el Mercado de grano de los lunes a El Espolón y las dos Ferias de ganado anuales, en Santiago y San Mateo, atraen a tratantes de zonas muy alejadas.

Con la llegada del ferrocarril, a mediados del siglo XIX, Reinosa va perdiendo importancia como cabeza del tráfico carretero, pero resurgirá con la instalación de fábricas alimenticias (harina, queso, chocolate) y de una importante industria vidriera (la de Santa Clara). Despega en estas fechas también la cultura, con destacados escritores como Sánchez Díaz (de la generación de 98), Ángel de los Ríos, Duque y Merino o pintores como Casimiro Sainz.

Entrado el siglo XX, la vida económica de la ciudad estará condicionada por los altibajos que sufra la factoría “La Naval”, una gran fábrica de fundición y forja, creada en 1919, y que provocará un espectacular aumento de la población. Se tienen datos que en 1923 ya trabajaban 1.324 obreros en ella, sin contar con los puestos de trabajo de las empresas subsidiarias. Se construyen cañones y armamento para barcos, lo que significa que, durante la Guerra Civil, Reinosa fue un importante punto de interés para ambos bandos.

Terminada la contienda civil, la factoría y la población siguen en continuo aumento, hasta que la crisis del sector armamentístico y la política exterior, obligan a reconvertir la fábrica. El desempleo y el malestar social llegan a su punto culminante en 1987, cuando los recortes de personal provocan una crisis económica que se traduce en un aumento del desempleo y un descenso de la población y de los servicios que todavía hoy perdura.

Imagen: Iglesia de San Sebastián, situada en el centro de la ciudad, junto a la Plaza Díez Vicario.

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