Cerca de una treintena de jóvenes universitarios se han visto afectados en la última semana por brotes del virus de las paperas (parotiditis) en varios centros de la Universidad del País Vasco, con la residencia Miguel Unamuno de Bilbao como principal foco. Desde el Rectorado se ha enviado una circular a las facultades para que informen al profesorado y alumnado de esta situación, aconsejando a los posibles afectados a acudir inmediatamente al médico de cabecera para seguir las pautas que indique el facultativo.
Los síntomas que acompañan a esta enfermedad son fiebre, malestar e hinchazón de las glándulas salivares, así como posibles problemas auditivos. Estos casos se unen a los detectados a finales del pasado mes de enero, que se centraron en la Universidad de Deusto y en el colegio La Salle. En ese caso se hablaba de, al menos, tres personas afectadas.
«La posibilidad de contagio de las paperas es mucho mayor que con otros virus. Por eso mismo, conviene que las personas que presentan esos síntomas acudan a su médico y eviten las distancias cortas con terceros», insiste Miren Basaras, profesora de Microbiología de la Facultad de Medicina y Enfermería de la UPV.
El contagio es por vía respiratoria. Al hablar, toser, estornudar… La corta distancia es, en este caso, sinónimo de riesgo si alguien de ese entorno está ya afectado. «Lo mejor, quedarse en casa, si así lo estima el facultativo», indica Bilbao. «El miedo a perder una clase o un examen no debe ser excusa para ir al centro cuando el síntoma es evidente. Todo es recuperable, como siempre hemos hecho. Lo importante, ahora, es no contagiar a terceros», añade esta gerente.
El hecho de que esta enfermedad vírica se desarrolle en épocas con elevado grado de humedad, como es el invierno o la primavera, hace que las paperas resulten estacionales y, como indica Basaras, «aparezcan de forma habitual. Convivimos con ella». Es el resultado de no disponer de una vacuna que sea efectiva al 100% contra este virus.
Pierde efectividad
«La vacuna contra las paperas va dentro de la triple vírica que se administra en edad infantil, junto a la dosis contra el sarampión y la rubeola. Una vacuna inicial y otra de refuerzo. El problema se plantea cuando a medida que pasan los años la vacuna contra las paperas va perdiendo cierta efectividad, mientras la dosis contra el sarampión y la rubeola resulta efectiva para toda la vida», aclara Basaras.
Adolescentes y menores de treinta años componen la franja de edad más expuesta a este virus. Es atípico en personas mayores, según el patrón que se está registrando en los últimos años. «El problema añadido es que, con lo que estamos viendo del coronavirus, algunas personas pueden tener una mayor preocupación con los primeros síntomas de fiebre. Debemos trasladar un mensaje de tranquilidad porque las paperas sí son conocidas y sabemos que resultan pasajeras», comenta Lorea Bilbao. «La propia evolución del virus y la respuesta del cuerpo, tomando paracetamol, por ejemplo, nos devuelve al estado normal», añade Basaras.
Fuente: diariovasco.com