02/05/2024

nada personal, solo información

Alfonso del Amo-Benaite: «¡Pagad malditos, pagad!»

Si por esas cosas que tiene la vida tropezáramos con un ladrón de bancos y le preguntásemos por qué los atracaba este nos respondería: Porque es ahí donde está el dinero. Si preguntásemos al Estado para que sirven los ciudadanos este nos diría: Los que trabajan en la economía productiva para ser esquilmados a impuestos.

Este es el destino cruel que espera a los ciudadanos, ya sean autónomos, profesionales, empresarios o asalariados de la economía real y productiva: Trabajar para pagar y pagar impuestos al Estado.

No deja de sorprender que muchos de los contribuyentes que obtienen sus ingresos trabajando en la economía de mercado, la real, la única productiva, cuando hablan de impuestos detengan su argumentario en el IRPF y no vayan más allá, sorprendiendo sobre todo que la sociedad no sea consciente del esclavismo impositivo que padece, en donde el IRPF no es nada más que el principio de una larga serie de impuestos. Figuras impositivas las llaman ….

Pues bien, todas estas «figuras impositivas» que comienzan por el IRPF continúan con el impuesto sobre Patrimonio, ese con el que se penaliza a los ahorradores, continuando con el de Sucesiones y también con donaciones, para que no se le ocurra a nadie darle dinero a un hijo que acabados los estudios quiera iniciar cualquier negocio o actividad profesional.

Esto es así, de entrada, sin mayor esfuerzo. Si además pretendemos vivir preparémonos a pagar impuestos por el combustible, la luz que consumimos en casa o el butano que gastemos. Nada se libra de la voracidad estatal.

Si conducimos no solamente pagaremos al Estado impuestos a cuenta del combustible que utilizamos, pagaremos impuesto de circulación, por aparcar y por tener una licencia para los vados del garaje. También los inherentes al seguro obligatorio de los vehículos.

Si somos adquirientes de una vivienda pagaremos en primer lugar Transmisiones Patrimoniales, seguido de Actos Jurídicos Documentados y la Plusvalía, además los pagos al Registro correspondiente y si como es lo habitual en España se formaliza un crédito hipotecario ahí volverán a clavar de nuevo con Actos Jurídicos Documentados. Todo ello acompañado del Impuestos de Bienes Inmuebles que hay que satisfacer todos los años.

Además de esto, los empresarios, autónomos o profesionales, es decir héroes, continúan pagando el Impuesto de Sociedades, cotizaciones sociales, los impuestos con los que se gravan los bienes intermedios, los que se suman a los costes energéticos, los beatíficos impuestos «verdes» y por supuesto el impuesto de Actividades Económicos, las cotizaciones de autónomos o las obligatorias cuotas a colegios profesionales.

Todo es pagar y más pagar impuestos por cualquier tipo de actividad, con cualquier disculpa. Se paga por tener una licencia de caza, por tripular un bote, por asistir a una representación operística, por las aguas, los desagues y las basuras. Incluso pagamos impuestos cada vez que compramos leche, pan, unos zapatos, un paraguas o los medicamentos que podamos necesitar.

Toda esta sangría fiscal es para mantener al Estado y la inhumana burocracia que producen el Gobierno de la Nación, Comunidades Autónomas, Diputaciones Provinciales, Cabildos Insulares, Mancomunidades, Ayuntamientos, Pedanías, Juntas Vecinales, Entes, Observatorios … todos gastando nuestro dinero, generando deuda.

La situación como la conocemos hasta este momento es difícil que pueda soportarse mucho tiempo más, tres millones de empleados públicos, cuatro millones de parados y otro millón en ERTES , además de nueve millones de pensionistas que suman en conjunto a diecisiete millones de personas consumiendo los recursos que generan dieciseis millones de personas, que en la economía productiva real sostienen este elefantiásico sistema.

La gente tiene derecho a rebelarse ante esta situación, como tiene hacerlo ante cualquier otra tiranía, la de un Estado que lleva demasiados años actuando irresponsablemente, aumentando su estructura y cada vez con más gente dependiendo de menos personas que lo sostienen, colocando a la Nación en una situación muy delicada que no se podrá mantener mucho más tiempo y que no sabemos como acabará.

Autor: Alfonso del Amo-Benaite. Consultor de Mercados & Marketing.

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