17/05/2024

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Alfonso del Amo-Benaite: «La batalla del medio ambiente»

Llevamos unos treinta años de presencia constante en el debate público del ecologismo, a raíz de la caída del muro los comunistas ante la derrota de su indefendible credo político, buscando como mantenerse ante la opinión pública y erosionar las libertades, encontraron un filón en el medio ambiente para atacar al capitalismo. Durante estos año nadie se ha ocupado de recordarles su modelo de gestión medioambientalista con el mar de Áral o la central nuclear de Chernobyl.

Es básicamente a partir de esos años, cuando la presencia en las instituciones del medio ambiente se convierte en algo cotidiano, no hay comunidad autónoma, diputación o ayuntamiento que no cuente con consejería o concejalía del ramo, aunque se suele obviar que la primera comunidad autónoma que puso en marcha una Consejería de Medio Ambiente fue Cantabria en 1987 con el primer Gobierno de Juan Hormaechea, siendo su titular Alberto Rodríguez.

La realidad del movimiento ecologista muestra como la casi totalidad de los grupos dedicados al negocio son tributarios de doctrinas políticas fracasadas en la década de los noventa del pasado siglo. La acción política de las mayoría de los grupos llamados ecologistas alcanza su mayor virulencia en función del partido político que gobierne la institución objeto de sus reclamaciones , los santanderinos lo hemos visto en La Remonta cuando permanecieron silentes ante la propuesta para construir cinco mil viviendas en la finca, siendo muy beligerantes en contra de otra propuesta en donde se preveían mil cuatrocientas. ¿Por qué? muy sencillo, los partidos proponentes eran de distinto signo político, cuya tendencia exhibe sin límite alguno un ex comunista foramontano que lleva años dando la pelma con sus plúmbeos escritos.

Son activos estos grupos que aprovechan las facilidades que tienen para un acceso a la justicia que ningún ciudadano del común alcanza, lo cual coloca puente de plata para que se opongan y judicialicen cualquier proyecto empresarial, necesarios como son para mejorar la paupérrima situación en la que se encuentra Cantabria, evidenciando donde se encuentra su ascendencia ideológica.

Las cosas claras: Ante todo, una gran parte del movimiento ambientalista es una historia de poder y de dinero, en donde lo primero es «cuidar» a quienes puedan sustentar con datos ad-hoc sus posiciones caso del panel intergubernamental sobre el cambio climático, en donde científicos convenientemente engrasados cumplen obedientemente a darles sustento presuntamente científico.

El objetivo el claro, desde un comportamiento pretendidamente superior extender miedo y así controlar la opinión pública.

Sin embargo la realidad tantas veces soslayada por los medios papanatas que parece que si no se suman al discurso dominante de los ecologistas profesionales no son guais.

Así tenemos que en España la masa arbórea ha crecido desde 1977 un 130 %, aunque no se hable de ello, como se habla muy poco del lobo que destroza la vida de los ganaderos a los que lleva camino de convertir en especie en extinción o que a pesar de las apocalípticas amenazas el calentamiento global ha sido de 0,10 grados por década, pero que quieren .. de esto se publica poco.

No es fácil pensar que esta es la posición de unos grupos preocupados por las florecitas y los pajaritos, no ¡ es más que eso, se trata como han tratado siempre de acotar el libre albedrío de la gente y su capacidad para decidir.

Ante estos ayatolás los ciudadanos debemos plantarnos, la ineludible defensa y cuidado del medio ambiente que es una acción de todos, nadie está legitimado para descalificar a quienes entienden otra manera de protegerlo, no aceptando matoneo de los subvencionados, a los que algunos han llegado a calificar de abigeato organizado.

Autor: Alfonso del Amo-Benaite. Consultor de Mercados & Marketing.

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