27/04/2024

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Restaurado el reloj de sol de la Facultad de Ciencias, uno de los más precisos del mundo

Es uno de los relojes solares más precisos del mundo y se encuentra a la entrada de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Cantabria, en el campus de Las Llamas. Diseñado por el astrónomo Juan Vicente Pérez Ortiz, este instrumento catalogado como patrimonio científico de la institución acaba de ser restaurado. La pieza móvil que permite la lectura de la hora, el gnomon, ha sido mejorado y cuenta ahora con dos placas diferentes para leer la hora de invierno y la de verano. Es el único reloj solar analemático que a día de hoy tiene esta característica en España y también en el mundo, ya que esta tipología concreta solo existe en nuestro país.

Pérez Ortiz, miembro de la Academia de Ciencias e Ingeniería de Lanzarote, diseñó y patentó un modelo que se ha replicado por toda España, con una veintena de piezas: el primero fue el de la citada isla canaria, instalado en 1996; un segundo se colocó poco después en Alicante; y el tercero es el de la Facultad de Ciencias de la UC, que se puso en 1998. Tras casi un cuarto de siglo, la restauración ha consistido en una limpieza de la estructura de piedra, un refuerzo de los elementos que sujetan las placas y el cambio de la escala y gnomon, que estaban desgastados por el paso del tiempo y la propia influencia solar.

El ajuste de las nuevas piezas se ha hecho bajo la supervisión de Juan Vicente Pérez Ortiz y con el apoyo de la Agrupación Astronómica de Cantabria, que impulsó la colocación del reloj en la Facultad y también su renovación. La innovación de este tipo de instrumentos reside en la utilización de un gnomon con forma de analema, la curva que describe la posición del sol en el cielo a lo largo del año. A diferencia de otros relojes solares, estos marcan la hora exacta porque el analema permite corregir la diferencia entre la hora solar y la civil u oficial, logrando una precisión estricta (los desvíos son de apenas un minuto).

Líneas de luz

Para leer la hora hay que girar el gnomon de modo que quede perpendicular a los rayos del sol, y observar la fina línea de luz que se proyecta en la escala del reloj, en el punto exacto que coincida con el día del año que corresponda, al tiempo que una segunda línea de luz marca la hora solar local. En la escala sigue habiendo como hasta ahora una referencia para el horario estival y otra para el invernal, pero la placa móvil se cambia con cada estación.

A día de hoy está colocada la que será válida del 21 de diciembre al 20 de junio, y en el solsticio de verano se colocará la válida entre el 21 de junio y el 20 de diciembre. La idea de la Facultad es convertir el cambio de gnomon en una fecha señalada en el calendario del centro, y para implicar al alumnado en esta nueva tradición se ha hecho responsable de su sustitución a la Delegación de Estudiantes. “Nos gustaría que se conociera más este instrumento, tanto desde el punto de vista técnico como científico, académico y cultural, siendo como es un símbolo de la Facultad, que representa a todas las áreas: tanto Física, como Matemáticas y la Ingeniería Informática”, señala Beatriz Porras.

Lección de astronomía

Su valor didáctico también es incuestionable. Más que una escultura, “es toda una lección de astronomía”, explica Pérez Ortiz. “En esa curva en forma de ocho está resumida una gran cantidad de ciencia: la segunda ley de Kepler, la inclinación del eje de la Tierra, los solsticios y equinoccios, la ecuación del tiempo… Los relojes solares se han utilizado durante milenios, desde que el hombre empezó a observar las estrellas y se le ocurrió seguirlas colocando un palo en el suelo y viendo la sombra de la primera estrella, que es el sol. Así empezó la Astronomía de posición”, resume. Estos instrumentos no se abandonaron hasta el siglo XIX, cuando se establecieron la hora media de Greenwich y los husos horarios.

La aportación del astrónomo ha sido tan destacada que recientemente, la British Sundial Society publicó en su revista mensual una reseña sobre el modelo de reloj diseñado por él dada su novedad, siendo el primer reloj de sol español -concretamente el ubicado en Alicante- en aparecer en esta publicación británica. Nacido en Cartagena y residente en Alicante, Juan Vicente Pérez Ortiz desarrolló su vida laboral en el sector bancario, en cuyo seno ya cultivó su pasión por la astronomía y la divulgación, creando actividades como los planetarios hinchables o un observatorio móvil para impartir talleres. Fundó y preside el Círculo Astronómico Mediterráneo (CAM) y ha participado en diferentes foros académicos y científicos para transmitir sus conocimientos profundos de lo que es su gran afición, la gnomónica o ciencia de los relojes de sol.

Imagen: Juan Vicente Pérez Ortiz (derecha), junto a Neila Campos, profesora de la Facultad de Ciencias y miembro de la Agrupación Astronómica de Cantabria, y otros expertos que participaron en la restauración del reloj. / La decana Beatriz Porras, junto al instrumento científico que es símbolo del centro.

 

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