24/04/2024

nada personal, solo información

Aquellas jugadoras del Hockey de BCN´92, únicas «chicas de oro» en unos Juegos, 29 años después

Y ahí estaba un santanderino como ‘Team Manager’, Pablo ‘Chani’ Galán’. Han pasado casi 30 años y nadie ha igualado aquella gesta. Ningún otro equipo femenino español ha vuelto a ganar el oro en unos Juegos. El 7 de agosto de 1992 España consiguió la última medalla de oro de un equipo femenino en los Juegos Olímpicos. Fue en BCN 92. En los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992 el equipo de Hockey Hierba femenino con el gallego José Brasa de entrenador y el santanderino Pablo ‘Chani’ Galán como Jefe de Equipo, consiguió la medalla de oro. La chicas de oro de Barcelona, 29 años despúes, siguen siendo las únicas que han conseguido en España ese hito. Un equipo femenino, oro olimpico.

Como apunta Fernando Olmeda en Tribuna Olímpica, «su planificación fue muy precisa. De laboratorio. En el Mundial de 1990, España fue quinta, pero su objetivo era otro más sutil: ganar a los equipos que iban a ser rivales directos en los Juegos. En septiembre de ese mismo año se convocó una concentración en Alicante a la que también acudieron jugadoras sub-21 que habían quedado campeonas de Europa. Brasa intentó motivarlas lanzándoles el siguiente reto: ¿Quién está dispuesta a sacrificar estudios y trabajo, entrenando mañana y tarde, desde el 1 de enero de 1991? La respuesta fue, en general, muy positiva: «Todas queríamos lo mismo, ¿quién no desea participar en unos Juegos? Eso sí, había muchas dudas, por el sacrificio que nos proponían que hiciéramos», recuerda Mercedes Coghen, capitana del equipo desde 1985″.

El día de la inauguración de los Juegos, Brasa no salió del hotel: «Estuve viendo vídeos y seguí la ceremonia a ratos, haciendo zapping». Las jugadoras necesitaban desconectar, rebajar la tensión, y disfrutaron de la mágica noche de Montjuic: «Recuerdo los nervios terribles que pasamos al pensar que aquello era de verdad, a muchas se nos puso la carne de gallina al salir al estadio; hasta que no te ves vestida de rojo, en primera fila, con el Príncipe al lado y oyendo como ruge la multitud, no te haces una idea de dónde estás», evoca Mercedes. En opinión de Brasa, «la ceremonia elevó mucho el nivel de activación de las jugadoras, las ganas de comerse a los rivales».

Fernando Olmeda (Tribuna Olímpica): Durante la competición, Brasa utilizó un sistema base que mantuvo en todos los partidos: «En la media tenía dos interiores muy resistentes, Virginia Ramírez y Ángeles Rodríguez, y otras dos muy inteligentes y técnicas, pero más bajas físicamente, Anna Maiques y Nuria Olivé, a las que siempre sustituía; fue una de las claves del sistema de juego». Fueron también decisivas las jugadas ensayadas, que lograron mantener en secreto, y que sorprendieron a sus rivales. Inventaron algunas, cuyos nombres aún permanecen en la memoria de las jugadoras: la ‘australiana’, consistente en un amago de pase anterior al verdadero tiro a puerta; el ‘día de cumpleaños’, que comenzaba y terminaba en Mercedes Coghen; ‘Málaga’, con la malagueña Carmen Barea como jugadora clave…

Disputan el primer encuentro el 27 de julio contra Alemania. Es un partido muy importante, porque el escenario es el segundo campo de Tarrasa, más pequeño que el principal, en el que siempre habían entrenado. España sale con mucha tensión. Las germanas utilizan una defensa especial con la que neutralizan dos penalty-corner. A base de empuje, las españolas consiguen nivelar al 0-2 adverso. El empate sabe a poco, pero no es mal resultado, en vista del calor y de la poca frescura de ideas: «Pensamos que si jugábamos tan mal y empatábamos a dos, era estupendo», recuerda Brasa. Contra Canadá, dos días después, España juega y gana 2-1 sin agobios, aunque podría haberse resuelto mejor si se hubiesen convertido las ocasiones. Había que mejorar aún en resistencia y velocidad.

En cuartos de final llega uno de los partidos más complicados, contra Australia, campeona olímpica en Seúl. El 2 de agosto, España gana 1-0, tanto logrado en el primer penalty-corner: «Uno a cero, y cien mil angelitos con nosotros», dice Mercedes. Uno de esos angelitos es la portera Mariví González, que aquel día detiene todo lo que llega a su marco y comienza a despuntar como la gran portera de los Juegos. Parecía imposible que Australia, con cinco delanteras, no fuese capaz de marcar un gol. Las jugadoras se funden en abrazos al final del partido. La selección estaba en semifinales. «Solo a partir de ese momento me permití el lujo de decir que teníamos que ir a por el oro», recuerda Brasa. Su objetivo estaba cumplido, pero quería más. En ese momento, la opinión pública empieza a tener en cuenta el hockey. Mercedes recuerda que, cuando comenzaron a hacerles entrevistas, un periodista se disculpó por no haberles prestado atención antes.

Jugar una semifinal olímpica en casa era una ventaja, aunque las jugadoras creen que, en cierta medida, el apoyo del público en Tarrasa les perturbó, porque estaban acostumbradas a no tener más espectadores que sus familiares y amigos. El 4 de agosto, contra la selección de Corea del Sur, que había sido plata olímpica en Seúl, el campo está a rebosar. «Conocíamos la forma de juego de las coreanas, siempre al ataque, y siempre por la banda izquierda; por eso, planteamos una contra-táctica diagonal de bloqueo de esa banda para que tuviesen que utilizar la contraria», explica el seleccionador. A los nueve minutos, se adelanta España con un gol de Natalia Dorado, al recoger un rechace después de un tiro al poste de Teresa Motos. España frena el ritmo y las coreanas se lanzan al ataque. En el minuto 29, empatan en un penalty-corner. La segunda parte es equilibrada, aunque Corea dispone de más ocasiones. Mariví González es, de nuevo, la jugadora más valiosa del partido. Al final del tiempo reglamentado, el marcador señala empate a uno. Llega entonces otro de los momentos clave: la charla previa a la prórroga. Brasa les dice que, físicamente, están mejor que las coreanas, y que no importa llegar a los strokes, el desempate por penalties, que habían ensayado: «Si llegábamos al desempate, sabíamos quién iba a tirar, en qué orden, e incluso por qué lado de la portera, cuyas posiciones conocíamos perfectamente», dice Brasa. ¡Nos las comemos!, se dicen al regresar al campo para disputar la prórroga. Las jugadoras salen con confianza y llevan el peso del partido. A tres minutos de la conclusión, Carmen Barea anota el gol de la victoria. España ha sufrido, pero ha logrado un sueño que parecía imposible: jugar la final: «Ahí se notó la paliza de Cuba; estábamos físicamente fantásticas», reconoce Mercedes. Tanta ilusión les produce, que se dejan los sticks sobre el césped. Tanta seguridad en sí mismas tenían, que habían reservado con antelación un restaurante para celebrar el pase a la final. El cuerpo técnico relaja la disciplina, permite que la euforia se desborde. Aquella noche es alegre y larga, como evoca Mercedes: «Ya era la gloria, podíamos dar por acabados allí los Juegos». Al mediodía siguiente, vuelven a concentrarse para el asalto definitivo al oro.

En la final se enfrentarán a Alemania, que ha derrotado a Gran Bretaña en la segunda semifinal. Las horas previas no son fáciles. Se especula sobre posibles cambios en el once inicial. Brasa resuelve la presión anunciando la alineación la noche anterior. No habría cambios respecto al equipo titular. Las jugadores duermen sabiendo dónde van a estar al día siguiente.

La final se disputa el 7 de agosto a las siete y media de la tarde. Estaba en juego algo más que el honor, pero no había que dejarse llevar por estériles intentos de revancha: «Estábamos nerviosas porque era la final, pero como habíamos empatado a dos en el primer partido sabíamos que lo teníamos al alcance de la mano», dice Mercedes. Las jugadoras mantienen sus supersticiones, sus amuletos. Se repiten los mismos pañuelos en el pelo, las mismas mascotas; alguna se pone de nuevo la camiseta que ha usado desde el primer día de competición. Doce mil personas abarrotan el Estadi de hockey de Tarrasa. Brasa prepara una sólida defensa y coloca a Mercedes de interior izquierda, una posición en la que nunca jugaba, para marcar muy de cerca a Britta Becker, la hábil interior derecha germana. El marcaje surte efecto y España bloquea el ataque alemán por el flanco derecho. En el minuto siete, Carmen Barea logra el 1-0 en un penalty-corner. Es el primer disparo español. Las alemanas logran el empate a los cinco minutos y asedian la portería local. Mariví González desbarata cuatro penalty-corner y detiene varios disparos más. El empate al final del primer tiempo mantiene el optimismo en el equipo.

Brasa hace un cambio tras el descanso. Da entrada a Anna Maiques en lugar de Virginia Ramírez para recuperar la iniciativa ofensiva. En la segunda parte, España sale con menos nervios, juega con madurez, luchando cada bola. Frente al acoso español, las alemanas mantienen el tipo, aunque también disponen de oportunidades. La prórroga no parece injusta en función de lo visto en la cancha. Un gol de Sonia Barrio es anulado de manera rigurosa. Con esa incombustible moral, solo podía llegar el gol de la victoria, fruto de una falta ensayada en Cuba. Teresa Motos debía ejecutarla rasa para que entrase Natalia Dorado, destinataria final de una jugada de tiralíneas, entrenada decenas de veces. El saque es perfecto, la bola va en la dirección exacta, lejos del radio de acción de la portera germana. En ese momento, entra en acción Eli Maragall, que desvía la bola y marca. La autora del gol de la victoria fue la sobrina del entonces alcalde de Barcelona, pero podía haber sido cualquiera, porque aquel oro tenía que quedarse en casa. España aguanta el resultado hasta el final. Mariví González vuelve a ser providencial con una nueva parada de un penalty-corner. Segundos antes del pitido final, Maribel Martínez de Murguía la sustituye. El marcador ya no se mueve. En un apasionante encuentro ha podido más el corazón y las ganas de España que la técnica y la condición física de Alemania. La selección nacional ha conquistado el oro sin perder un partido.

Video: Goles de la final de los juegos olimpicos de Barcelona 1992 entre Alemania y España. Estadio de hockey de Terrassa. Fecha: 07/08/1992 a las 19:30. TVE.

 

 

Scroll al inicio