Desde Granada, discreto homenaje al director castreño, Ataúlfo Argenta

Ataúlfo Exuperio Martín de Argenta Maza (Castro Urdiales, noviembre de 1913-Madrid, enero de 1958). 

Al cumplir el Festival Internacional de Música y Danza de Granada su 70 aniversario era imprescindible –y así lo ha entendido el actual director del certamen, Antonio Moral– recordar aquella primera convocatoria de 1962. Se ha hecho con Antonio, se hará con Andrés Segovia y se hizo la noche del domingo con la Orquesta Nacional rindiendo homenaje a quién fue su mítico director, Ataúlfo Argenta y así misma, porque con él, primero, y durante muchos años después con Rafael Frühbeck y numerosos directores, ha sido un pilar sólido del certamen. Homenaje, también, a Manuel de Falla que la ONE ha recreado en tantos momentos inolvidables, desde aquella noche. Y, naturalmente, al propio Festival que ha resistido estas décadas, pese a crisis y diversos problemas, incluso superando, gracias al arrojo del actual director, estos dos terribles años de pandemia, donde ha habido que improvisar, buscar caminos menos gloriosos –que esperemos sean sólo circunstanciales–, hacer cambios de última hora y limitar la trascendencia y grandiosidad, recurriendo a ofertas de mayor intimismo.

Regresó Josep Pons –en sustitución del titular David Afkham–, tan vinculado a Granada, donde elevó a sus mejores momentos a la Orquesta Ciudad de Granada, y fue vital en tantos conciertos inolvidables en el Festival, con sólo la orquesta granadina o dirigiéndola como base de numerosas representaciones escénicas. Importante es su magistratura en la formidable versión de La flauta mágica, en aquella genial versión de Comediants, incluyendo la dirección musical de Atlántida de la Fura dels Baus, ante la Catedral. Y, naturalmente, la ONE, como decía, omnipresente en los primeros tiempos del certamen y frecuentándolo con intensos programas, entre ellos el estreno en España de la 8ª sinfonía de Mahler, en 1970, repetida décadas después; la vez primera que se escuchó en Carlos V Carmina Burana y un larguísimo camino, con Novenas, Missas Solemnis, etc., que el crítico ha seguido con la máxima atención. El crítico que, antes de dedicarse a ese acercamiento al Festival como tal, ya había quedado atrapado, de joven estudiante de música, colándose entre el apretujado público de la Capilla Real, una mañana del 26 de junio de 1955, para escuchar la misa en mi bemol, de Schubert, que tan emocionantemente dirigió Argenta a la Nacional y al Orfeón Donostiarra. Así que era lógico que muchos pensáramos en un homenaje múltiple, volviendo al pasado y algunos a la niñez.

Fuente: granadahoy.com

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