Richard Zubelzu: «Cuando la imagen ya no refleja la realidad: La IA y el nuevo pacto con el lector»

«No basta con que la información escrita sea veraz si la imagen que la acompaña sugiere algo que nunca ocurrió»

Durante décadas, la fotografía ha sido uno de los pilares del periodismo. No solo ilustraba la información: la avalaba. Una imagen servía como testigo mudo de los hechos, como promesa implícita de que aquello había ocurrido. Hoy, esa promesa se tambalea.
La irrupción de las imágenes generadas por Inteligencia Artificial (IA) ha abierto un debate incómodo pero inevitable: ¿puede un periódico utilizar imágenes que no documentan la realidad? Y, sobre todo, ¿qué ocurre con la confianza del lector cuando la imagen deja de ser prueba para convertirse en interpretación?
No estamos ante una cuestión tecnológica, sino ética y periodística. La IA es una herramienta poderosa, capaz de generar ilustraciones impactantes, metáforas visuales eficaces y recursos gráficos antes impensables para redacciones con pocos medios. Negarse a su uso sería ingenuo y, probablemente, estéril. El problema no es la herramienta; es el contexto en el que se usa.   Una imagen generada por IA no es una fotografía. No ha estado allí. No ha presenciado nada. Si se presenta como tal, el periódico no solo engaña: rompe el pacto fundamental con el lector, ese acuerdo tácito según el cual la información —aunque incompleta o discutible— se ofrece de buena fe.
El riesgo es evidente. En una época marcada por la desinformación, los bulos y la erosión de la credibilidad de los medios, difuminar la frontera entre realidad y ficción visual puede ser letal. No basta con que la información escrita sea veraz si la imagen que la acompaña sugiere algo que nunca ocurrió. La manipulación no siempre está en el texto; a veces está en el encuadre, y ahora también en el algoritmo.
¿Significa esto que la prensa deba renunciar a la IA? En absoluto. Significa que debe usar la IA con reglas claras. Llamar a las cosas por su nombre. Si una imagen es una ilustración, debe decirlo. Si está generada por IA, debe indicarse. La transparencia no debilita al periodismo; lo fortalece.   También hay una responsabilidad añadida: evitar la recreación hiperrealista de hechos reales, especialmente cuando estos son traumáticos, controvertidos o aún abiertos a interpretación. Convertir una hipótesis en una imagen convincente puede condicionar la opinión pública de forma irreversible.    La tecnología avanza más rápido que los códigos deontológicos, pero eso no exime a los medios de tomar decisiones. Cada imagen publicada hoy contribuye a redefinir qué entiende el lector por «real». Y en ese terreno, la prensa no puede permitirse frivolidades.
La inteligencia artificial no es el fin del periodismo visual. Pero sí marca el final de una era en la que la imagen hablaba por sí sola. A partir de ahora, habrá que explicarla. Y quizá eso obligue, paradójicamente, a ser mejores periodistas.
Richard Zubelzu: Fotoperiodista y Director de Cine  / Imagen: Alberto Astudillo
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