COMUNICADO DE OLACANTABRIA SANTANDER
Lo que está ocurriendo en Cantabria con la atención a la salud de las mujeres no es un problema puntual ni una mala racha organizativa: es un abandono en toda regla. Y hay que decirlo sin rodeos, porque los discursos complacientes ya no sirven. La falta alarmante de matronas en el Servicio Cántabro de Salud no solo ahoga a unas profesionales que sostienen el sistema a base de esfuerzo y vocación; pone en riesgo la salud de miles de mujeres que merecen una atención digna, accesible y suficiente.
Mientras las matronas hacen todo lo que está en su mano para atender lo que deberían cubrir plantillas completas, la administración continúa presentando planes, estrategias y proyectos de futuro. Mucho titular, mucha rueda de prensa… pero lo esencial sigue sin resolverse. No sirve de nada anunciar modernizaciones si lo básico —la presencia de matronas en los centros de salud— brilla por su ausencia.
La situación es especialmente grave para mujeres con antecedentes ginecológicos que requieren revisiones anuales. Lo que debería ser un seguimiento intocable se convierte en un laberinto de retrasos y citas postergadas. Y aquí no hablamos de consultas accesorias: hablamos de prevención, de vigilancia clínica, de evitar riesgos que no tendrían por qué existir si hubiera personal suficiente. El caso del posparto es, directamente, un síntoma de hasta qué punto se ha normalizado lo inadmisible. Obligar a mujeres que acaban de dar a luz a desplazarse desde Santander hasta Camargo para una revisión que debería realizarse en su propio centro de salud es un despropósito. Es someterlas a un traslado innecesario en uno de los momentos más vulnerables de sus vidas, simplemente porque la administración no ha hecho su trabajo: contratar y mantener matronas suficientes.
Y, por si fuera poco, la falta de recursos humanos en Cantabria se extiende más allá de la salud de las mujeres. En Laredo faltan traumatólogos, lo que condena a pacientes con fracturas o lesiones a esperas absurdas o desplazamientos forzados. En Sierrallana faltan cardiólogos, una carencia gravísima en una especialidad donde la rapidez y la atención cercana pueden ser decisivas. ¿Cómo puede presumir un sistema público de calidad cuando no garantiza algo tan básico como que te atienda un especialista cuando lo necesitas?
Todo esto responde a un patrón ya demasiado conocido: años de parches, improvisación y falta de planificación real. No se puede sostener un sistema sanitario sobre el esfuerzo de profesionales agotados mientras se exhiben proyectos de futuro que no solucionan el presente. Cantabria no necesita más anuncios ni más PowerPoint: necesita refuerzos, estabilidad laboral, condiciones dignas y una apuesta clara por la sanidad pública.
Porque cuando faltan matronas, traumatólogos o cardiólogos, no falla un departamento: falla un modelo entero. Falla la prevención, falla la atención temprana, fallan los cuidados y falla, en definitiva, la responsabilidad de un gobierno hacia su población. Es hora de decirlo alto y claro: Cantabria está dejando desatendidos servicios esenciales, y ya no caben más excusas. La prioridad no puede ser un nuevo proyecto para la foto. La prioridad es garantizar una atención sanitaria real, cercana y suficiente.
Todo lo demás es ruido.
Autora: Angélica Bolívar Parra es portavoz del Partido Político OLACANTABRIA Santander.