«Cuando un partido ya no sirve a la sociedad en la que vive lo mejor que puede hacer es disolverse»
El partido socialista tiene una biografía tenebrosa. Se pasan la vida presumiendo de su historia después de haber actuado con extrema violencia en la huelga revolucionaria de 1917, en el golpe de estado de 1934, durante los cinco años de la existencia de la República de forma difusa pero constante y sobre todo durante la Guerra Civil que se desencadenó por el asesinato de José Calvo Sotelo a mano de militantes socialistas que pertenecían a la seguridad personal de Indalecio Prieto y se fueron a refugiar a casa de Margarita Nelken. No se pueden olvidar los capítulos sanguinarios Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz, casi 4.000 víctimas mortales en cuyo crimen la fe católica de los asesinados fue un vector determinante, una práctica genocida; la masacre de la cárcel Modelo de una crueldad tal que resultó decisiva para que justo al día siguiente Francia y Gran Bretaña se declararan neutrales en el conflicto español: estaban con la democracia, pero una democracia en ningún caso se comportaba como lo estaba haciendo el gobierno revolucionario según le informaban sus embajadas; el terrible bombardeo de Cabra, el primer gran bombardeo sobre población civil después de ensayar en el Marruecos español y Melilla, por la aviación gubernamental republicana con más muertos que el posterior bombardeo de Guernica, los “paseos” nocturnos en la retaguardia republicana que dejaban tantos y tantos muertos en la calle durante los diez meses posteriores al inicio del conflicto que escandalizaban a las legaciones extranjeras y entre cuyas víctimas hubo algún diplomático como Jacques de Borchgrave de la embajada belga, el asesinato de trostkistas del POUM; el robo de la colección numismática del Banco de España y de las cajas de los Montes de Piedad cuando huían en retirada y que sirvieron para que los dirigentes socialistas vivieran muy bien en el exilio… Por no recordar lo más reciente con los GAL, terrorismo de Estado, y toda la guerra sucia de los 80´s entre los que se encuentra el episodio escalofriante de los asesinatos de Lasa y Zabala y las decenas de casos de corrupción económica en los 80 y 90. A la pregunta de que tienen que presumir los socialistas después de este breve e incompleto resumen solo hay una respuesta, de nada. Más les valdría pedir perdón.
Además de estos hechos incontrovertibles existen otro tipo de indicios puntuales y góticos que reflejan la mentalidad que se puede encontrar en el seno de ese partido que “presume” de su historia. En agosto de 1990 un terrible crimen por enfrentamientos entre dos familias tuvo lugar en Puerto Hurraco. Los dos varones de la familia Izquierdo masacraron a casi toda la familia Cabanillas por antiguas disputas entre ambas familias. La familia agresora era socialista y las hermanas de los perpetradores fueron a la Moncloa a pedir que Felipe González indultara a sus hermanos “porque eran del PSOE”. Increíble pero cierto.
Estos días estamos conociendo una marea de noticias relacionadas con las trapisondas, corrupciones y puteríos de diversos miembros del PSOE, desde Tito Berni y su celebración de la ley contra la prostitución en locales dedicados a lo mismo, a amaños en contratos del Estado en los que estaría implicado el propio ministro en ese momento y el Secretario de Organización del PSOE. Todo el mundo dice que es solo un comienzo y va a haber mucho más.
En el gran principio de la democracia muchos gobiernos extranjeros, incluidos los servicios de inteligencia de EEUU, apoyaron la resurrección del PSOE como partido de la izquierda en España. Durante el franquismo no se había distinguido mucho en su oposición, era un partido zombie. El protagonista de la oposición a Franco había sido el Partido Comunista. En Occidente nadie quería una izquierda española mirando al Este y se apoyó a ese grupo de jóvenes socialistas para liderar esa izquierda necesaria en una democracia. De aquella izquierda socialdemócrata de la Transición hoy no queda nada. Solo la endémica corrupción.
Cuando un partido ya no sirve a la sociedad en la que vive lo mejor que puede hacer es disolverse. Se disolvió Convergencia por algunas razones similares, desapareció la UCD por conflictos internos irresolubles. Desaparecer es un gran aporte a la sociedad cuando solo subsistes para la gran división de los españoles, el enfrentamiento fratricida, la corrupción y el contrato de no trabajo de diferentes “sobrinas”. Por no extenderme en el rosario de casos que avergonzarían a cualquiera alrededor de la familia del Jefe Supremo.
Disolverse, autofinalizarse, sería no solo un servicio social más que estimable si no una necesidad perentoria. La izquierda necesaria sabrá articular una opción nueva, diferente, asentada en el presente pero que no haga del cultivo del odio el pilar básico de su pensamiento. Un partido limpio, lejos de la rémora de violencia y corrupción que pueblan el devenir de este PSOE. Disolverse es una fantasía factible, un deseo humano bondadoso. La disolución del PSOE es la acción necesaria para la supervivencia de la democracia. Es algo indiscutible.
Autor: Javier Soler-Espiauba Gallo / Profesor de Educación Física.